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POÉTICA DEL VACÍO por Hugo Mujica.

Así como los artistas crean sus obras para encontrarse con otra cosa más allá de lo que ellos mismo son, de alguna manera, buscamos ser diferentes de lo que ya somos. En esta reflexión Hugo Mujica nos sugiere que siempre dejemos un espacio vacío para la novedad, para la transformación. Poética del vacío.

Poética del vacío.

W. H. Auden, el gran poeta inglés nos dice que «una auténtica búsqueda espiritual es buscar alguna cosa de la que, hasta ahora, no se ha tenido ninguna experiencia». Es que, en verdad, lo que buscamos no es algo que es, es lo que no somos: es lo que deseamos crear.

El hombre es la obra abierta, la creación inacabada de un Dios que nunca ha cesado de crear. Por esto, quizá, que desde que el hombre es hombre, desde siempre, se haya ocupado en la búsqueda de lo que no es, pero que desea ser, aunque no sepa exactamente, qué rostro quiere llegar a tener. Ese no saber es lo que hace de cada encuentro el umbral de una nueva partida, de cada partida el inicio de una nueva aventura. Esa apertura hace de la vida una continua creación.

Todo hombre, toda mujer, es un ser creativo: todo hombre fue un niño, el niño que puede volver a ser. El hombre – en esa hondura de su ser que es ser expresividad, que es deseo de manifestación – nunca sabe lo que busca. El artista que no es otra cosa que aquel en quien la creatividad de todo hombre se explicita como vocación, no escribe lo que sabe, escribe para llegarlo a saber. Escribe para conocerse, para conocer lo que recién al expresarlo llega a ser. Lo que al saber podrá encarnar.

Crear, ir más allá de sí, de lo que uno ya es, la posibilidad de encontrarse con otra cosa, que con lo que ya fue, con otra cosa de lo ya sabido, otra voz que la del estéril eco de la repetición. En una medida o en otra todos sentimos el deseo de ser diferentes, creemos que es con relación a los demás, pero realmente queremos ser diferentes de nosotros mismos, queremos ser otra cosa que lo que ya somos, queremos vivir creándonos, naciéndonos.

La vida es más que lo que es, es todo lo posible de ser: también ella desea ser, es deseo de ser. Como un escritor necesita una página en blanco o un pintor el blanco de una tela, como un bailarín necesita la desnudez de un escenario o un músico el silencio donde hacer sonar su instrumento, así, la vida necesita donde iniciar su novedad: necesita espacio para aletear, necesita un vació donde volcarse, una libertad donde iniciarse.

No hay creatividad sin azar, sin lo que no fue programación, lo que es alteridad. Un gran autor – y la vida ciertamente lo es – no es alguien cuya obra dice sólo lo que ese autor dijo, es un autor cuya obra se deja reinventar perpetuamente, donde cada lector la continúa.

Podemos planear el camino pero nunca sabremos con quién nos encontraremos viviendo por él: el que viene puede llevarnos a donde en verdad queríamos ir, hacia lo que, sin saberlo, deseábamos llegar a ser.

La vida reserva como promesa lo que debe ser aceptado como don. La condición de posibilidad, lo previo, es aceptar la vida como obra abierta, como inacabamiento y ambigüedad, también como caos y contradicción, pero sabiendo que esos márgenes, esos vacíos, son los espacios para la novedad, los márgenes para la plasticidad, para la transformación.

Sostener la tensión de lo inacabado, la fecunda contradicción de lo que se contrasta sin anularse, fundiéndose, sostener la paradoja sin anularla en disyuntiva, esa es la condición para que la vida sea fecundidad y no repetición.

Sostener, soportar el vació para que ese vació sea manantial de creación, esa es la poética del vacío, eso es el vacío como nacimiento y creación.

Todos sentimos el deseo de ser diferentes; todos queremos vivir creándonos, naciéndonos.

Hugo Mujica. Sacerdote y escritor

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