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EL PERRO ES UN SER FILOSÓFICO

El perro nos ayuda a ser humanos. No hemos domesticado al perro sino que él nos domesticó a nosotros. El perro es un ser filosófico.

El perro es un ser filosófico.

Eslabón perdido de lo humano, punto de pasaje entre la naturaleza y la cultura, único mamífero que modificó su fisonomía para la sociabilidad (sus orejas perdieron rigidez para mostrarse más amable), el perro va siempre hacia la felicidad.

El perro es un ser filosófico
El perro es un ser filosófico

Ese es su secreto y por eso es que nadie que haya tenido un perro pudo ser infeliz. No se trata de una amistad, es un tipo de relación menos clásica y más profunda.

El perro nos ayuda a ser humanos. No hemos domesticado al perro sino que él nos domesticó a nosotros. Nos sacó del paraíso de la necesidad  y nos internó en el infierno del deseo.

Perro y hombre son una dupla inseparable, una cinta de moebius, una dialéctica, donde el supuesto esclavo elige a su amo, lo inventa.

La imbatible imbecilidad con la cual se suele retratar a los perros y que en buena medida parte de su comportamiento, no es otra cosa que su trampa, su forma de hacernos caer, el simulacro que montan para nosotros, pequeños seres sabelotodo, mientras hacen lo que quieren con sus amos.

El perro es un ser filosófico

El perro es libre por la negativa, es libre gracias a que consiguió tener un humano que garantice su vida y reproducción, que cumpla sus deseos.

Al contrario de las modas sociales que tratan al perro como un hijo más de la familia, que lo humanizan, podría decirse que el perro viene justamente a recordarnos el lado salvaje.

El perro como lo otro del hombre, como esa mitad animal, como ese fantasma del pasado natural que camina a nuestro lado. Quien tuvo un perro pudo desaprender toda crueldad.

Paradoja del confinamiento, los perros son los únicos privilegiados. Fueron los primeros absueltos para que los saquen a pasear.

Pero hay un hiato radical entre los perros de casa (con patio o jardín, o los perros designados como guardianes en casaquintas) y esos hijos de la vida urbana que son los perros de departamento. Los últimos ya saben de confinamiento, aprendieron a vivir en las alturas, su mundo se reduce la mayor parte a una maqueta. Conocen la libertad corriendo en un parque, desbocados, tan detectivescos como infantiles.

Significante reservado para calificar cuando algo es malo (tiempo de perros, vida de perros etc.), el hijo del lobo no tiene maldad.

El perro es un ser filosófico

Por esa extraña telepatía que se produce entre amo y animal, el perro suele presentir la muerte de quien le da de comer. Para entenderse con un perro basta un golpe de vista. Sus caras, sus hocicos austeros, guardan mil expresiones, mil telegramas emotivos.

De todos modos los etólogos han descubierto que los estornudos son el lenguaje secreto entre los perros. Nadie esperaba menos de estos expertos del olfato y narices húmedas.

Sobre el libro “Perros” 
del pensador francés Mark Alizart
Revista Ñ 11-7-2.020
El perro es un ser filosófico

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