Sociedad

LA NUEVA EDAD DORADA

Fueron jóvenes en los sesenta y desafían el calendario con plenitud. El ícono es Mick Jagger, Bob Dylan, Ringo Star, en giras interminables y con su banda de mayores de 70. La nueva edad dorada.

La nueva edad dorada

Están rompiendo con la imagen clásica de los setentones, y no es casual. Fueron los jóvenes que en los 60 patearon el tablero. Activos, inquietos, movedizos, saludables, esperanzados.

Quienes hoy tienen 70 años forman parte de un grupo particular. Nacieron en los 40 y fueron educados en los gloriosos 60.

Los modernos de aquella época son los abuelos modernos de hoy. Llegan a los 70 con muchas esperanzas, y la filosofía de vida cambia el cuerpo. Los viejos hoy tienen cuerpos juveniles porque hacen actividad física mientras que antes no.

Los de 70 no solo se mueven, también son tecnológicos, mandan mails, tienen Facebook, manejan en las rutas, organizan viajes. 

Además, son abuelos cariñosos porque fueron padres cariñosos, los primeros que cortaron con la educación rígida, y autoritaria de sus padres. Son los que enarbolaron el sexo por placer.

También fue la primera generación que se animó al psicoanálisis, y muchos hoy siguen acudiendo a la terapia para enfrentar esta nueva etapa que los encuentra jubilados, con tiempo libre, varios nietos y ciertos achaques que tratan de soslayar, porque si hay algo que no quieren es ser una carga para nadie.

Son la vanguardia de lo que es ser mayor. Siguen siendo la generación revolucionaria. Tienen una mirada diferente de la vida. Es el derecho a la pereza. Por eso se permiten disfrutar y su relación con el ocio es diferente a la de las generaciones anteriores, metidos en la lógica del trabajo.

Hay que hacer hincapié en el nivel de instrucción de esta generación, en la que todos terminaron el secundario y muchos un terciario o la universidad.

La formación incide mucho en la salud y en el cuidado personal y también en el espíritu. 

Es una generación flexible, que se reconstruye permanentemente porque ha vivido muchos cambios, encarando con elasticidad el viaje de la vida. Son los juncos que se inclinan ante la tormenta, no los robles que se mantienen tiesos y se quiebran.

Por Lic. Susana Stacco

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