El aroma del tiempo III
(…) Una “impalpable gotita” de té es tan extensa que soporta “el edificio enorme del recuerdo”. El gusto y el olor sobreviven a la muerte de las personas y al deterioro de las cosa. Son islas de duración en el caudaloso curso del tiempo: “pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan” (M. Proust, “Por el camino de Swann”).
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