Psicología

EL DESAFÍO DE VERNOS A NOSORTOS MISMOS

La primera etapa de este camino es verse, acrecentar la autoconciencia. Vernos en nuestra absoluta desnudez, vernos en cada uno de nuestros actos.

Esta etapa no es sencilla de atravesar, por todos lados hay pozos, trampas, callejones sin salida: las ilusiones, las autojustificaciones, la ignorancia (creer que sé lo que no sé, y esto con absoluta certeza), la pereza, la soberbia.

Observarse no es criticarse, es poner atención. Uno no pude cambiar si primero no observa qué se tiene que cambiar. ¿Cómo se puede ir en contra de algo que no se conoce?

Para ser observadores primeramente tenemos que limpiar la percepción.

La percepción busca lo conocido, aprehende lo semejante y razonar se vuelve una simulación mental de realidades hipotéticas que buscan ser confirmadas.

Limpiar la mirada para poder ver lo que es, lo que se presenta, que es también y fundamentalmente vernos en cada uno de nuestros actos.

Revisar las propias creencias que dirigen nuestras vidas, observar cómo influyen en nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar.

Hacer un profundo trabajo de purificación. Ver mis lados más oscuros, mis negatividades para procesarlas, transformarlas, mutarlas o eliminarlas.

Abrir la conciencia a nuestras negatividades, penetrar en nuestros costados más oscuros es una decisión. No se conquista lo alto sin ahondar en lo bajo.

Levantar el pensamiento por encima de la maquinaria que nos ata, no quedarnos en las racionalizaciones. La razón se acomoda a lo que uno quiere ver, a que las cosas sean como uno quiere o como uno se las imagina; la razón es tramposa, primero cree y después acomoda lo que es a lo que cree, todo lo explica, lo justifica, y lo distorsiona.

Trabajar sobre el intelecto. El hombre debe desarrollar su inteligencia, tener contacto permanente con el conocimiento.

Fortalecer el pensamiento, crear conceptos nuevos, acallar el razonamiento con el intelecto, el afecto, con esfuerzo, con pasión y trabajo.

Por Lic. Susana Stacco

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