SECRETOS ÍNTIMOS DEL CEREBRO LECTOR
La lectura provoca alteraciones estructurales como todo aprendizaje. El cerebro es un órgano muy plástico y leer es para la mente como ir al gimnasio. El cerebro lector.
El cerebro lector.
El psicólogo español Manuel Carreiras conoce los secretos científicos de la lectura, aquellos procesos silenciosos que se activan en nuestro cerebro en el preciso momento en que un libro –novela o ensayo- nos hipnotiza y nos secuestra del mundo.
Psicólogos y neurocientíficos descubrieron algo ya sabido por escritores, libreros, profesores de literatura: leer nos transforma por dentro…y mucho; desencadena procesos complejos y automatizados. Por eso nos parecen tan simples.
“Al leer, tres áreas de la corteza exterior del cerebro trabajan; el lóbulo frontal, encargado de procesar las imágenes; el lóbulo occipital, que asocia los símbolos que percibimos, o sea, las letras con un significado, y también el lóbulo temporal- cuenta el director científico del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje en San Sebastián. Se ven claras diferencias morfológicas entre los cerebros de aquellos que leen y aquellos que no leen”.
Ninguna actividad humana moviliza y ejercita tantas variedades de memoria como la lectura: al leer ponemos en acción la memoria verbal y visual, realizamos varias operaciones complicadas de codificación ortográfica, semántica, fonológica. Nuestro cerebro, por ejemplo, es sensible a la ortografía, a la posición de las letras en una palabra. No es lo mismo “sol” que “los”.
Cuando leemos, cuenta Carreiras, no nos detenemos letra por letra. Escaneamos el texto. Si bien no dejamos de reconocer las letras, no somos conscientes de eso. Leemos a pantallazos. Extraemos información de muchas fuentes. De ahí la importancia de la tipografía, la relevancia del diseño gráfico, del “traje” que viste a un texto. Lo cual explica también por qué no es exactamente lo mismo leer en un libro, en Internet o en un Kindle, aunque se trate del mismo texto, de las mismas palabras escritas por el mismo autor.
Leer, no es una actividad marcada por la pasividad. Es el combustible de las neuronas, una actividad que nos enriquece cerebralmente, además de incentivar la capacidad de abstracción, la imaginación y la concentración.
Stéphan Mallarmé, poeta francés del siglo XIX decía que al leer, un concierto solitario y silencioso se produce en nuestra mente. Todas nuestras facultades mentales están presentes en esa exaltación sinfónica. Neurocientíficos y psicólogos como Carreiras ahora amplían esta imagen: leer es una actividad tan musical como eléctrica. Todo un festín para el cerebro.
Revista Ñ 12.10.2013