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¿Hypomnemata? ¿Qué es eso?

¿Quién no ha tenido o tiene un cuaderno,  anotador o libreta siempre a mano,  para registrar ideas, pensamientos, frases que se leyeron o que se escucharon y que se quieren conservar para recordarlas o fijarlas en la memoria?

¿Sabés cuál es el origen de estos cuadernos?

Foucault lo responde en una entrevista sobre sus investigaciones de la cultura griega y romana.

“El uso de estos cuadernos se puso de moda en tiempos de Platón para uso administrativo y personal. Su nombre: hypomnemata.

Esta tecnología fue tan revolucionaria como la irrupción de la computadora en la vida privada. Lo que resulta interesante es que estos cuadernos fueron inmediatamente utilizados para la constitución de una relación permanente consigo mismo.

Esta nueva idea de que la virtud consiste esencialmente en el perfecto gobierno de sí, dio lugar al uso de los hypomnemata.

En el sentido técnico, podría significar libros de contabilidad, registros públicos, cuadernos individuales que funcionarían como memoranda.

Su uso como libros de vida, de conducta, parece haberse generalizado entre las clases cultas.

En ellos se ingresaban citas, fragmentos de libros, ejemplos y acciones que uno había presenciado o sobre las cuales había leído, reflexiones o razonamientos que se habían escuchado o que habían venido a la mente.

Constituían una memoria material de cosas leídas, escuchadas o meditadas, contenidas a modo de  tesoro acumulado para su posterior relectura y repaso.

También conformaban las materias primas para la escritura de tratados más sistemáticos en los que se daban argumentos y estrategias para combatir defectos tales como la ira, la envidia, las habladurías, la obsecuencia o para superar alguna circunstancia difícil como el duelo, el exilio, la ruina, la desgracia.

A pesar del hecho que eran personales, los hypomnemata   no deben considerarse como diarios íntimos, ni como relatos de experiencias espirituales (tentaciones, luchas, caídas y victorias) como los que puedan hallarse en la posterior literatura cristiana.

No constituyen un “informe de sí mismo”, no buscan revelar lo oculto, o decir lo no dicho; por el contrario, pretenden juntar  lo ya dicho, volver a estructurar aquello que se ha escuchado o leído, y todo esto, nada menos que para lograr la constitución del propio yo.

Dentro de una cultura profundamente afectada por el tradicionalismo, por el valor reconocido a lo ya dicho, por la repetición del discurso, por la práctica de la “cita” bajo el sello de la edad y la autoridad se iba desarrollando una ética que se orientaba muy explícitamente hacia el cuidado de uno mismo, el bastarse a sí mismo, el aprender y disfrutar de uno mismo.

Tal es el objetivo de los hypomnemata: hacer de la recolección del logos fragmentario, transmitido por la enseñanza, la escucha o la lectura, un medio de establecer una relación de uno hacia sí tan adecuada y perfecta como fuera posible”.

Por Lic. Susana Stacco

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