Espiritualidad

En marcha

Caminar induce a una suerte de trance, una dulce fatiga impregna los músculos y libera el ánimo, que no está ya sometido a la rumia de las preocupaciones.

Después de algunas horas de esfuerzo, los movimientos se deslizan como la duración, como fluye el agua en el lecho del río, en una suerte de  evidencia.  La conciencia se ha ampliado, desarrolla una lucidez acerca de la progresión, de los incidentes posibles del recorrido.

El pensamiento flotante que nace de la caminata está liberado de las cohersiones de razonamiento, va y viene, arraigado en la sensorialidad, el instante que pasa.

…La caminata es una apertura al mundo que invita a la humildad y a la percepción ávida del instante. Restaura la dimensión física de la relación con el medio ambiente y lleva al individuo al sentimiento de su existencia.

La caminata enseña a encontrar el ritmo que conviene a cada uno, su respiración personal; libera las cohersiones de identidad, fuera de la trama familiar de lo social, ya no es necesario sostener el peso de su cara, de su nombre, de su persona, de su estatuto social… Conduce a deshacerse en ocasiones de la carga de ser uno mismo, relaja las presiones que pesan sobre los hombres, las tensiones ligadas a las responsabilidades sociales e individuales.

El caminante deja caer las eventuales máscaras porque nadie espera de él que sea un personaje en los senderos. Es anónimo, sin otro compromiso que el instante venidero y de cuya naturaleza el decide.

Una caminata se inscribe en los músculos, la piel, es física y remite a la condición corporal que es la de lo humano. Manera de recuperar la infancia en júbilo del esfuerzo, de la tenacidad, del juego. Como un niño que juega y desaparece en su acción, el caminante se disuelve en su avance y recupera sensaciones, emociones elementales que el sedentarismo de nuestras sociedades ha vuelto escasas. Sentir el trabajo de los músculos, el sudor, es también sentirse vivo.

Fragmentos del libro “Caminar, elogio de los caminos y de la lentitud” de David Le Breton

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