CON ALMA Y VIDA
Hoy, el alma no tiene ningún lugar en el imaginario cultural ni individual. Sin embargo, la idea de un mundo centrado en el alma se remonta a los
primeros días de nuestra cultura, y ha estado presente en todos los períodos de nuestra historia. Con alma y vida.
Con alma y vida.
En los escritos de Platón, en los pensadores del
Renacimiento, en los poetas del Romanticismo…
En Freud, atisbando un mundo subterráneo psíquico pleno de recuerdos,
fantasías y emociones, en Jung quien expresó claro y explícitamente lo que
en Freud era embrionario, hablando directamente en nombre del alma y
recordando que en este tema tenemos mucho que aprender de nuestros
antepasados.
Más recientemente, James Hillman y otras personas del mismo círculo han
presentado una nueva forma de abordar la psicología siguiendo el consejo de
Marsilio Ficino “poner el alma en el centro mismo de nuestra vida”.
Poner el alma en lo que pensamos o hacemos tiene resonancias en cada uno,
pero no creemos en ella porque no podemos circunscribirla en ningún
concepto.
Como dijo San Agustín con respecto al tiempo: “Si me preguntan qué es el
tiempo, no lo sé, si no me lo preguntan, lo sé”.
Es imposible definir con precisión qué es el alma, porque la definición es un.
producto racional y el alma prefiere imaginar.
Intuitivamente sabemos que el alma tiene que ver con la autenticidad
“hablar con el alma en la mano”, con la profundidad “esa música me tocó el
alma”, con la generosidad, la bondad, la solidaridad “una persona llena de
alma” o por el contrario “una persona desalmada”
Cuando decimos “plenitud del alma” vemos que se relaciona con la vida en
todos sus aspectos: buena comida, conversación interesante, amigos
auténticos, amor verdadero, experiencias que tocan el corazón, que hacen
vibrar al cuerpo entero.
El alma se revela en el afecto, el amor, la tristeza, el vacío, el sinsentido, la
exaltación, lo sublime, como también en el retiro, en el diálogo interior con
uno mismo, en la intimidad, en el ensueño, en la imaginación.
Si, como dice Hillman, el anhelo esencial del alma es transparentarse,
hacerse presente a sí misma, tal vez los síntomas emocionales de nuestra
época como el vacío, el tedio, la falta de sentido, una vaga depresión, la
desilusión con respecto al matrimonio, la familia y las relaciones en general,
la desorientación con respecto a los valores, los anhelos de realización
personal, la avidez de espiritualidad reflejan una pérdida del alma y nos
hacen saber lo que ésta anhela.
Por Lic. Susana Stacco