LA AGONÍA DEL LENGUAJE
A veces el lenguaje que usamos suena anestesiado y parece que hubiésemos perdido para siempre la gravidez de las palabras, dice la escritora Ángela Pradelli. La agonía del lenguaje.
La agonía del lenguaje.
Discursos que se transforman en murmullos impenetrables que empiezan a morírsenos en la boca o entre las manos porque el mundo de las palabras se fue achicando cada vez más.
Las palabras pueden llegar a cansarse, se enferman y terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad porque se usan mal, poco, porque no se usan. La fatiga del lenguaje.
En palabras de Cortazar: “En vez de brotar de las bocas o de la escritura como lo fueron alguna vez, pájaros del pensamiento y de la sensibilidad, las vemos o las oímos caer como piedras opacas, empezamos a sentirlas como monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos”
Pradelli nos invita a recuperar el valor de las palabras, el peso de los significados, la connotación, los sentidos y los silencios.
La escritura, la ajena pero la propia también, nos interpela y nos cuestiona. Si bien el lenguaje, ese misterio insondable, no nos evita el dolor, si nos ayuda al menos a ponerles palabras a nuestras tragedias, a defendernos, a elaborar el sufrimiento, a construir nuestros duelos, a imaginar el futuro.
Leer También: El fin de la conversación